02/03/20
Usuarios de todo; dueños de nada
Hoy profundizaremos en uno de los modelos de consumo que más está cambiando nuestra vidas: la suscripción.
¿Qué toca hoy?
Un cambio en los hábitos de consumo de los ciudadanos está transformando la economía y las empresas. Poco a poco nos estamos convirtiendo en usuarios de todo pero dueños de nada.
La economía de suscripción, un modelo imparable
Los hábitos de consumo de la sociedad están cambiando a un ritmo frenético. Las cosas ya no se compran, ni se acumulan; ahora se usan, como y cuando uno quiere. Nos encontramos ante una nueva sociedad: la sociedad de la suscripción y del pago por uso de la que Netflix y Spotify son sus principales representantes. Las plataformas digitales se han asentado en nuestras vidas de forma irremediable, pero el modelo de suscripción se ha instaurado también en el acceso en forma de servicio a “casi todo”: transporte, comida, ropa, etc. Forbes publicó un artículo acerca del estado de la economía de la suscripción que recoge varios datos interesantes:
- El mercado de la suscripción se ha incrementado en más de un 100% en los últimos 5 años.
- El perfil más propenso al modelo de suscripción en EEUU es el de un adulto entre 25 y 44 años con unos ingresos de entre 50.000 y 100.000 $ que vive en un entorno urbano.
- El número medio de suscripciones en EEUU son dos, pero casi el 35% de los americanos tiene tres o más.
- Las mujeres disponen del 60% de las suscripciones, pero los hombres tienen más probabilidades de tener tres o más suscripciones activas.
La verdad es que no resulta fácil obtener datos a nivel europeo o español, ahí van algunas de las (pocas) cifras que existen:
- Según un estudio de la Fundación EY, la economía de las plataformas representa ya un 1,4% del PIB español y la cifra podría duplicarse en 2025, hasta alcanzar entre un 2% y un 2,9%,.
- Según el Estudio de Uso y Actitudes de Consumo de Contenidos Digitales de ONTSI, el formato de pago más popular es el pago por consumo o por contenido, que es mencionado por un tercio de la población. Sin embargo, un 24% ya elige el pago por suscripción.
Los modelos de suscripción cada vez se encuentran más presentes en nuestro día a día, pero… ¿qué entendemos por modelos de suscripción?
No es fácil encontrar una clasificación que abarque todos los tipos de modelos de suscripción existentes. Tras buscar en varios informes, podemos hablar de tres modelos:
- Modelos de reposición: Las suscripciones por reposición permiten a los consumidores automatizar la compra de artículos básicos. Algunos ejemplos de este modelo son: Dolar Shave Club (Afeiters es su versión española) que envía semanalmente cuchillas de afeitar o Toddler un servicio de suscripción mensual de pañales y toallitas húmedas.
- Modelos de “curación”: En esto caso, lo que buscan es sorprender y deleitar al proporcionar nuevos artículos o experiencias personalizadas en categorías como moda, belleza y/o comida entre otras. Algunos ejemplos de ello son: Birchbox (caja sorpresa de cosmética mensual) o Mi nevera (envío de tuppers semanal). En el ámbito de la moda este modelo parece que no ha funcionado del todo ya que empresas como Stitch Fix han virado hacía modelos de alquiler de ropa o “cajas” sorpresa ocasionales (olvidándose del envío periódico propio de la suscripción).
- Modelos de acceso: Seguramente uno de los más comunes actualmente. En este caso, los suscriptores pagan una tarifa por tener acceso a productos, servicios o contenidos sin necesidad de comprarlos. En esta categoría entrarían empresas como Netflix o Spotify (series/películas y música respectivamente) u otros modelos como Andjoy (acceso a varios gimnasios sin estar matriculado en ninguno) o Amazon Prime (acceso a funcionalidades “extra” de Amazon pagando una cuota extra).
No existen cifras “oficiales” respecto a qué peso tiene cada uno de los modelos pero, tras comparar varios artículos o blogs especializados, se puede intuir que en Estados Unidos y Canadá existe más propensión a los modelos de reposición y curación (en gran parte debido a que las distancias son mayores, es decir, hay menos densidad de población), mientras que en Europa son más populares los modelos de suscripción por acceso.
Y finalmente… Una reflexión: “tener o no tener, esa es la cuestión”
La economía de la suscripción pone sobre la mesa otros debates relacionados con el fin de la “posesión” y nuestra dependencia a internet.
Mientras que los modelos de suscripción nos permiten acceder a productos o servicios que si tuviéramos que adquirir no estarían a nuestro alcance, el hecho de que cada vez dispongamos de menos “posesiones” o bienes materiales nos hace menos autónomos y más dependientes de internet y la conexión. Comprar un coche parece una inversión poco rentable, pero con ello disponemos de un activo del que siempre podremos obtener un beneficio; ¿si toda la vida optas a modelos de renting o suscripción de vehículos es más o menos económico? Nos hemos convertido en usuarios de todo y en propietarios de nada.
Independientemente de la nostalgia que nos puede causar el hecho de que el día que se acabe Netflix o Spotify nunca tendré mi película o mi CD preferido, los modelos de suscripción (llevados al extremo) nos pueden llevar a un modelo de “hiper-consumismo” fugaz en el que seamos capaces de acceder a una vida por encima de nuestras posibilidades en periodos de tiempo muy cortos sin reservar nada para lo que viene después.
Quiero saber un poco más... ¿Tienes más información?
- Interesante estudio de Mc Kinsey acerca de la economía de la suscripción: Thinking Inside the subscription box.
- El gran Jose Carlos Cortizo hizo un repaso de la historia de la economía de la suscripción que realmente merece la pena.
- Hecha la ley hecha la trampa… Parece que el modelo de suscripción ha disminuido la piratería convencional, pero las plataformas andan “locas” porqué compartir contraseña se ha convertido en la nueva piratería.
* Artículo publicado por Josep Aballó en LinkedIn
¿Qué toca hoy?
Un cambio en los hábitos de consumo de los ciudadanos está transformando la economía y las empresas. Poco a poco nos estamos convirtiendo en usuarios de todo pero dueños de nada.
La economía de suscripción, un modelo imparable
Los hábitos de consumo de la sociedad están cambiando a un ritmo frenético. Las cosas ya no se compran, ni se acumulan; ahora se usan, como y cuando uno quiere. Nos encontramos ante una nueva sociedad: la sociedad de la suscripción y del pago por uso de la que Netflix y Spotify son sus principales representantes. Las plataformas digitales se han asentado en nuestras vidas de forma irremediable, pero el modelo de suscripción se ha instaurado también en el acceso en forma de servicio a “casi todo”: transporte, comida, ropa, etc. Forbes publicó un artículo acerca del estado de la economía de la suscripción que recoge varios datos interesantes:
- El mercado de la suscripción se ha incrementado en más de un 100% en los últimos 5 años.
- El perfil más propenso al modelo de suscripción en EEUU es el de un adulto entre 25 y 44 años con unos ingresos de entre 50.000 y 100.000 $ que vive en un entorno urbano.
- El número medio de suscripciones en EEUU son dos, pero casi el 35% de los americanos tiene tres o más.
- Las mujeres disponen del 60% de las suscripciones, pero los hombres tienen más probabilidades de tener tres o más suscripciones activas.
La verdad es que no resulta fácil obtener datos a nivel europeo o español, ahí van algunas de las (pocas) cifras que existen:
- Según un estudio de la Fundación EY, la economía de las plataformas representa ya un 1,4% del PIB español y la cifra podría duplicarse en 2025, hasta alcanzar entre un 2% y un 2,9%,.
- Según el Estudio de Uso y Actitudes de Consumo de Contenidos Digitales de ONTSI, el formato de pago más popular es el pago por consumo o por contenido, que es mencionado por un tercio de la población. Sin embargo, un 24% ya elige el pago por suscripción.
Los modelos de suscripción cada vez se encuentran más presentes en nuestro día a día, pero… ¿qué entendemos por modelos de suscripción?
No es fácil encontrar una clasificación que abarque todos los tipos de modelos de suscripción existentes. Tras buscar en varios informes, podemos hablar de tres modelos:
- Modelos de reposición: Las suscripciones por reposición permiten a los consumidores automatizar la compra de artículos básicos. Algunos ejemplos de este modelo son: Dolar Shave Club (Afeiters es su versión española) que envía semanalmente cuchillas de afeitar o Toddler un servicio de suscripción mensual de pañales y toallitas húmedas.
- Modelos de “curación”: En esto caso, lo que buscan es sorprender y deleitar al proporcionar nuevos artículos o experiencias personalizadas en categorías como moda, belleza y/o comida entre otras. Algunos ejemplos de ello son: Birchbox (caja sorpresa de cosmética mensual) o Mi nevera (envío de tuppers semanal). En el ámbito de la moda este modelo parece que no ha funcionado del todo ya que empresas como Stitch Fix han virado hacía modelos de alquiler de ropa o “cajas” sorpresa ocasionales (olvidándose del envío periódico propio de la suscripción).
- Modelos de acceso: Seguramente uno de los más comunes actualmente. En este caso, los suscriptores pagan una tarifa por tener acceso a productos, servicios o contenidos sin necesidad de comprarlos. En esta categoría entrarían empresas como Netflix o Spotify (series/películas y música respectivamente) u otros modelos como Andjoy (acceso a varios gimnasios sin estar matriculado en ninguno) o Amazon Prime (acceso a funcionalidades “extra” de Amazon pagando una cuota extra).
No existen cifras “oficiales” respecto a qué peso tiene cada uno de los modelos pero, tras comparar varios artículos o blogs especializados, se puede intuir que en Estados Unidos y Canadá existe más propensión a los modelos de reposición y curación (en gran parte debido a que las distancias son mayores, es decir, hay menos densidad de población), mientras que en Europa son más populares los modelos de suscripción por acceso.
Y finalmente… Una reflexión: “tener o no tener, esa es la cuestión”
La economía de la suscripción pone sobre la mesa otros debates relacionados con el fin de la “posesión” y nuestra dependencia a internet.
Mientras que los modelos de suscripción nos permiten acceder a productos o servicios que si tuviéramos que adquirir no estarían a nuestro alcance, el hecho de que cada vez dispongamos de menos “posesiones” o bienes materiales nos hace menos autónomos y más dependientes de internet y la conexión. Comprar un coche parece una inversión poco rentable, pero con ello disponemos de un activo del que siempre podremos obtener un beneficio; ¿si toda la vida optas a modelos de renting o suscripción de vehículos es más o menos económico? Nos hemos convertido en usuarios de todo y en propietarios de nada.
Independientemente de la nostalgia que nos puede causar el hecho de que el día que se acabe Netflix o Spotify nunca tendré mi película o mi CD preferido, los modelos de suscripción (llevados al extremo) nos pueden llevar a un modelo de “hiper-consumismo” fugaz en el que seamos capaces de acceder a una vida por encima de nuestras posibilidades en periodos de tiempo muy cortos sin reservar nada para lo que viene después.
Quiero saber un poco más... ¿Tienes más información?
- Interesante estudio de Mc Kinsey acerca de la economía de la suscripción: Thinking Inside the subscription box.
- El gran Jose Carlos Cortizo hizo un repaso de la historia de la economía de la suscripción que realmente merece la pena.
- Hecha la ley hecha la trampa… Parece que el modelo de suscripción ha disminuido la piratería convencional, pero las plataformas andan “locas” porqué compartir contraseña se ha convertido en la nueva piratería.
* Artículo publicado por Josep Aballó en LinkedIn