24/09/15
¿Nueva economía? La Economía Colaborativa
La cultura del compartir, reutilizar y ahorrar como motor económico. La economía colaborativa es un gran motor de transformación. Se trata de un fenómeno con un impacto brutal en nuestra sociedad que está modificando radicalmente la forma en que, hasta el momento, las personas han resuelto y cubierto sus necesidades. Es un cambio económico y cultural con profundas repercusiones. Si nos fijamos sólo en el impacto económico previsto, los estudios, como el realizado por la consultoría PwC, apuntan a que en 2025 el mercado global de las actividades económicas vinculadas al consumo colaborativo moverán 335 mil millones de dólares. En la actualidad, son 26 mil millones. El salto es significativo.
Cuando hablamos de economía colaborativa la mayoría pensamos en Airbnb o Uber. En realidad, estos dos casos son la punta del iceberg de lo que definiríamos como consumo colaborativo y hacen referencia a parte de una realidad mucho más amplia.
Esta nueva manera de consumir va más allá del compartir, también implica reutilizar y ahorrar y afecta de manera transversal a todos los sectores. Nos cambia la manera de viajar, de comer, vestir, disfrutar, escuchar música, conducir, ver cine, desplazarnos… y nos convierte en personas más eficientes e incluso más respetuosas con el entorno. Como especifica el dictamen elaborado en 2014 por la Unión Europea “el consumo colaborativo representa la complementación ventajosa desde el punto de vista innovador, económico y ecológico de la economía de la producción por la economía del consumo. Además, supone una solución a la crisis económica y financiera”. Ha nacido una nueva manera de gastar, pero también de emprender a partir de la necesidad de sacar rédito de los recursos propios.
Dimensión global gracias a la tecnología
En esencia, cuando hablamos de economía colaborativa nos referimos al modelo de consumo basado en el intercambio de bienes y servicios entre particulares. En realidad, no se trata de un fenómeno nuevo. Este tipo de relación comercial ya era habitual en la era “predigital”.
Es el caso, por ejemplo, de los Bancos del Tiempo que aparecieron en Estados Unidos a principios de la década de los 80 y que perduran en la actualidad. En estas pequeñas organizaciones locales las personas ofrecen sus servicios a cambio del tiempo de otros. No existe ningún tipo de mediación monetaria, ni ánimo de lucro. Los bancos del tiempo se concibieron como instrumentos de desarrollo comunitario, cohesión social y, especialmente, para dar respuesta a la crisis económica de entonces… Precisamente, es en el actual contexto de recesión, cuando la cultura del trueque ha alcanzado gran envergadura. Sin embargo, lo que ha convertido la economía colaborativa en un fenómeno revolucionario y con gran impacto social a todos los niveles es la tecnología. Con la evolución de las tecnologías peer to peer y las redes sociales este modelo comercial ha alcanzado una dimensión global.
Formas de consumo colaborativo
Gracias a la capa digital podemos organizar el intercambio entre personas en plataformas digitales que le aportan a esta actividad comercial un valor añadido en diferentes aspectos: mayor alcance y oportunidad de acceder a audiencias más amplias, gestión logística (cobrar, quedar, arbitrar…) más transparente y sencilla, mayor confianza entre usuarios ya que existe la posibilidad de evaluar el servicio recibido y, finalmente, escalabilidad y oportunidad de crecimiento sin grandes inversiones. Los activos los aportan los usuarios y no las empresas. Tiene, pues, todos los ingredientes para ser un negocio redondo. Sin embargo, la vertiente lucrativa no siempre está presente. Por esta razón, es muy importante determinar lasdiferentes tipologías de consumo colaborativo para evitar confusiones.
Existen, principalmente, dos grandes modelos. El primero agrupa personas que suman esfuerzos para lograr un objetivo común. Es el caso del los grupos de compra colectiva, grupos de consumidores que se organizan para conseguir un determinado producto o servicio a un precio más bajo y con el mínimo de intermediarios posible. La OCU organizó, por ejemplo, la primera compra colectiva de energía de la historia de España. QuieroPagarMenosLuz aglutinó a casi medio millón de consumidores. En esta categoría también se incluirían las plataformas de micro mecenazgo como Verkami, Goteo o Kickstarter. Ante la necesidad de financiación se moviliza a la comunidad y no a los bancos.
Paralelamente, existen plataformas que organizan el préstamo, intercambio o la donación entre particulares. Estas plataformas podrían dividirse en tres grandes familias. Primera, las plataformas que se basan en el puro intercambio sin transacción comercial como CouchSurfing en la que los usuarios ofrecen alojamiento gratuito a viajeros, simplemente por el gusto de conocer gente de otros países, o practicar idiomas. Segunda, los espacios que facilitan la redistribución de bienes como Wallapop o Ebay. Y, tercera, las webs que convierten productos en servicios. Es aquí donde incluiríamos Airbnb y Uber. Las dos primeras se autorregulan, la tercera es probable que, en muchas ocasiones, necesite de regulación. Y es, precisamente, en este ámbito donde se ha generado más controversia.
Un marco legal con visión de futuro
La economía colaborativa genera debate porque pone en cuestión el modelo económico establecido. La antigua economía y sus lobbies se sienten amenazados y es lícito que pongan trabas para defender sus intereses. Es necesario un marco legal y fiscal que ordene las cosas.
Lo que surgió como una necesidad ha llegado para quedarse y, especialmente, en España. Un estudio de la consultoría Nielsen afirma que España es el quinto país de la Unión Europea con más potencial de crecimiento de la economía colaborativa. Se habla que ya hay 5000 plataformas activas y de un 53% de españoles dispuestos a alquilar, o compartir sus bienes.
Prueba del auge y evidente recorrido de la economía del compartir en España, Barcelona ha sido el escenario escogido para celebrar el OuiShare Fest 2015 que tendrá lugar los próximos días 19, 20 y 21 de noviembre en el Barcelona Advanced Industry Park. Se trata del primer evento profesional sobre este fenómeno y es la primera vez que no se celebra en París. Vivimos en un momento clave y en nuestras manos está diseñar el país que queremos y si apostamos por la economía colaborativa para facilitar el desarrollo social de nuestra comunidad. Tenemos la oportunidad de liderar el cambio. Porque, nos guste o no estamos viviendo una transición… Nada volverá a a ser igual.